martes, 16 de noviembre de 2010

Miércoles

Otro miércoles más de mi existencia.
Me senté en un asiento preferencial del metro, porque los otros estaban ocupados ya que me subo en una estación muy concurrida a toda hora. Me iré al infierno pensé y me pareció gracioso así que sonreí y una señora me miro con cara de reproche ¡¿Por qué?! ¡Claro! Aún me encontraba sentada en un asiento preferencial. Ante la horrenda verruga en su nariz me sentí intimidada. Me paré y me senté en un asiento que estaba desocupado y no era preferencial...Yupi
En frente de mí había una joven sonriendo. Era bastante guapa, por no decir que era bellísima y me provocaba envidia. Alzó la vista, me miró, y juro que sus ojos penetraron los míos y se metieron a mi cerebro escarbándolo y revolviendo todos los recuerdos existentes.
En este lapso de recuerdos en licuadora, el tren salió al exterior. Esta línea no tiene estaciones en la superficie. Miré por la ventanilla y parecía que el metro volaba y paseábamos por un campo. Enderecé mi cabeza nuevamente y la joven susurró:
- Que rico huele el desparacitador de tu gato, envidiosa. ¡MIAU!

Y me desperté en el suelo del baño de mi humilde departamento, con el mata-pulgas derramado por todas partes e impregnado en mi ropa, y Arnold maullando desesperado sobre el lavamanos.