domingo, 29 de julio de 2012

El miedo a crecer

Él se levantaba con infinita tristeza el Día A, porque habiendo cumplido la mayoría de edad le tocaba recibir el sacramento de la Adultez esa misma noche. Era un ceremonia que transformaba las almas de los jóvenes en almas adultas, dispuestas al trabajo y servicio del gobierno, dejando atrás los hobbies y momentos de ocio, los amores fugaces y las fantasías de un mundo mejor.
Se levantó con gusto a hiel en la lengua y guardó ensimismado sus recuerdos en una caja de pizza decorada para la ocasión. Procuró dejar fuera las ideas de un mundo maravilloso que atentaba contra las grises calles, y las industrias que humeaban muerte por sus chimeneas.
De pronto, entra la madre al cuarto de él y aprieta con sus garras las ideas de un mundo maravilloso, donde existían las hadas y los manantiales de colores, los dragones y las princesas soñadas. Arrugó sus creencias y las arrojó por la ventana.
- Deja ya todas esas concepciones, los adultos no las necesitan- Y dejó una pila de libros de medicina, ingeniería, arquitectura, economía...
Él salió de su casa con sollozos y se recostó sobre el pasto por última vez. Fantaseó con el cielo y descubrió formas infantiles en las nubes esponjosas. La pena le hizo cerrar los ojos, y se entregó a su sueño final.
Dormido boca arriba, bajó de las nubes una ninfa turquesa que quiso degustarlo con un beso. Su frágil figura flotó hasta sus labios y probó por primera vez el sabor de la hiel. Escupió y comenzó a tocer, y en ese momento, él se despertó. Miró a la ninfa a los ojos y vio en ella su juventud que no quería dejar escapar.
Unidos en un abrazo la ninfa hizo brotar desde lo más íntimo de la Tierra toda la vegetación atacada y pervertida por el Humano. Era una fantasía, pero era real a la vez. 
El mundo donde existían los amigos, los colores y el ocio existía como el país de Nunca Jamás, pero en la Tierra.
La ninfa... ¿existía la ninfa? ¿o es sólo el objeto de locura de él?
- No ha conseguido aún la madurez para ser un adulto...-
- Su madre está devastada, dicen que no lo deja entrar al hogar-
- Que deshonra más grande, que le hayan denegado el sacramento-
- Yo a ese niño hasta lo he escuchado hablar solo-
- Definitivamente los amigos imaginarios son de jóvenes, está claro que él no puede evolucionar a la siguiente etapa...-
- No le importa dormir afuera, pero siempre anda sucio. Es un asco-
Nadie logra entender que lo único que necesita para ser feliz es su juventud, la naturaleza, la ninfa a quien ama y que lo ama a él.
-He creado un mundo para nosotros, Facucio.

miércoles, 18 de julio de 2012

Ana y Finn

Había una vez un cachorrito. Era tierno, lindo y todos los que llegaban a la casa de Ana decían que parecía de juguete.
Ana era rescatista de animales callejeros. Ese trabajo consiste en ir a basurales y lugares de bajos recursos y recoger en su mayoría perros y gatos, aunque ella se ha encontrado tortugas, serpientes y hamsters. Los cuidaba hasta que les encontraba una familia que se hiciera cargo responsable del animalito. Era una chica hermosa.
Al perrito que anteriormente te mencioné le puso Finn.
Finn no comprendía... ¿Por qué si era tan tierno y todos lo piropeaban, la bella Ana no hacía más que ignorar sus ladridos? Lo único que hacía era darle comida y agua, creo que hasta pasaba más tiempo con cualquier otro animal que con Finn... así que un día le preguntó:
- Ana... ¿Tú no me encuentras adorable?
- Sí Finn, más que a todos los animales que he rescatado.
- Entonces... ¿Por qué no me haces cariño?
- Porque eres tan hipnotizante que temo caer en La Estupidez.
... ¿La Estupidez? ¿A qué se refería Ana con La Estupidez?

Llegó el día en que el resto de los humanos iban a la casa de Ana a elegir un animal al que prometerían cuidar y amar. Una señora señaló a Finn y le dijo a Ana que era el cachorro que quería para su sobrina.
Ana se puso muy nerviosa, le dijo a la humana que esperara un poco mientras iba a preparar a su futura mascota, agarró a Finn y lo llevo a la cocina. Lo sentó sobre la encimera, tomó la pequeña cabeza del perrito con sus dos delicadas manos y lo miró a los ojos, brillantes como aceitunas.
- Finn, es la hora de decirte adiós.
- ¡ANA! ¡YO NO QUIERO IRME CON ESA SEÑORA! ¡NO QUIERO, NO QUIERO, NO QUIERO!
- ¡Perrito! Aún cuando te ignoré lo mejor que pude, caí en La Estupidez....
- ¿Qué es eso?
- Encariñarse con un ser que sabes que no será parte de tu vida, que será parte de la vida de otros seres.
- ¡¡¡Pero Ana!!! ¡Déjame ser parte de tu vida!
- No puedes... no podemos estar juntos, perrito, pero te prometo que serás muy feliz y que yo te extrañaré, pero seré feliz también.

Soy un perro adulto ahora. Carla, mi ama, me trata muy bien, la quiero mucho, pero no puedo dejar de pensar... de estar casi seguro de que mi vida era junto a Ana la rescatista. Sí, sí, qué trágico... el narrador de la historia es el perrito que fue separado del amor de su vida.

Y quizás son celos o que ella realmente me pertenece, pero espero que Carla muera, que muera la mascota de Ana si es que existe, y que volvamos a estar juntos... y así no ignore nunca más mis gemidos.