lunes, 31 de octubre de 2011

Desde cierto Reino

Estoy emocionada. Escribo rápido y mis manos golpean con dureza el teclado. Éste ya ha intentado escapar una, dos, tres, cuatro veces, pero del cable lo agarro y le ordeno que vuelva a mi escritorio.
He encontrado el lugar perfecto para construir nuestro Reino.

Se encuentra en cierto lugar, cuyas coordenadas geográficas podemos ubicar sólo tú y yo.
Es un lugar precioso, te lo prometo. Con árboles de cerezo frondosos y rosados, pasto largo y florido con unos vegetales con cobertura de plumón, dulces y jugosos, y ganado de frutas coloridas.

¡Sueles hacerme creer que todo ésto existe! Y que un señor grande e invisible nos cuida y nos mira. ¡Te amo tanto!
Pero amor... Todo esto realmente existe. Mírame, quizás dentro de mi iris veas todo lo que yo veo. A veces no sabes de lo que hablo. No sabes de lo que escribo. El problema está sólo en que no ves las cosas desde mi iris, y las imágenes se reflejan en tus ojos tamizadas en castaño. Esta vez deben tamizarse verde.
Pero me cuesta tamizarlas verde, porque tengo los ojos castaños.
¿Cómo voy a construirte un Reino si no lo vas a poder ver?
Lo veré, pero castaño.
Es mucho más hermoso en verde... ¿Alguna vez verás el Reino como lo veo yo?
Tal vez, tal vez. Pero háblame más acerca del Reino, ¿allí se cumplirán todos nuestros sueños?
Quisiera mucho eso, pero no sé si mis sueños coinciden con los tuyos... Yo quiero allí vivir siempre contigo.
¡Pero amor! Las personas no vivimos para siempre.

El Reino se desmorona porque tiene demasiadas fallas. No he sido una gran arquitecta y el ánimo de los deditos que golpeaban el teclado ahora se deslizan con lentitud para cada palabra. Y el teclado quiere que lo siga acariciando porque le estaba encantando la idea del Reino. Pero tiene demasiadas fallas y se desmorona, se vuelve no tan atractivo y ya no quiero construirlo hasta que lo veamos del mismo color... ¡¿No puedes decirme "SÍ" nada más?!
Vivamos en una casita mejor...