sábado, 17 de abril de 2010

Enfermo

Estás fatigado, te cuesta respirar y en tu garganta hay un nudo que no logras deshacer.
Sientes que la sala del hospital se va volviendo borrosa a tus ojos y que ahora es una sopa blanca con lunares en movimiento, que son los otros pacientes y doctores. Estás mareado.
Sudas frío y lo único que rompe el silencio en la habitación es el sonido del teléfono de la recepcionista del hospital.
Te miras las manos, los pies...tiemblas... esperas y esperas... hasta que oyes los pasos con eco de la enfermera que traía tu alegría o tu fin.
- Los resultados son positivos... -
Así los papeles que tenia la asistente de hospital en la mano, se convirtieron en tu sentencia de muerte...

Sí... tienes SIDA.

Tu padre te insultó y tu madre lloró hasta desmayarse. Ahora el virus de la inmunodeficiencia humana se regocija en tu interior. Además, la culpa es tuya por no usar protección.
La mala noticia se ha difundido y tus amigos y familiares les da miedo tener contacto contigo, así que olvidaste lo cálido que se sentía un abrazo. Sientes como si llevaras puesta una polera con la frase "PELIGRO DE VIH". Te rechazan... y la dama enfermedad te acompaña ahora y lo hará hasta que te entierren.
Pero... ¿Y qué? Decides hacer como si nunca hubieses ido a buscar el resultado de los exámenes de SIDA. Cambias de casa y conoces a una chica fácil con quien intimas y luego te despides para no verla nunca más. Lo mismo haces con otras varias mujeres. Y así ayudas a la dama enfermedad a cubrir con su manto a más personas. Extiendes la pandemia sin sentir ningún remordimiento...
Como todo un hijo de puta.