miércoles, 16 de junio de 2010

Café Mañanero

Sentada en un Café y comiendo galletitas
sentí un ruido fuerte en la ventanilla.
Miré desconcertada un hoyito en el vidrio
y en el piso con sangre el camarero Isidro.
Una bala de gran calibre entró por su oreja
y un trozo de cerebro saltó hasta mi mesa.
En eso comprendí que era un asalto,
y un tipo de negro gritó "¡Manos en alto!"

Jamás vi un arma más amenazadora.
El hombre se detiene y en pensar se demora.
Finalmente, se aclaró algo la garganta
y pronunció estas palabras con pausa:
"Mi vida es solitaria y quiero terminarla"
comenzó diciendo y apuntándome la espalda.
"Me siento abandonado y poco querido,
y al suicidarme quiero a alguien conmigo"

Pobre hombre con problemas psiquiátricos.
Miré a mi alrededor y descubrí rápido
caritas asustadas de niños pequeños
demasiado jóvenes para que la muerte fuera su dueño.
Me ofrecí como la compañera del asesino,
pues me conmovían los rostros de los niños.
Juntamos nuestras cabezas al centro de la sala
y de un solo "¡BANG!" nos atravesó una bala.