miércoles, 22 de agosto de 2012

Lo que se pega

Tenía una hermana un año mayor que yo, hace diez años, que se juntaba con esas gentes adictas a los vicios y a las modas, que fuman, se emborrachan y gastan todo su dinero en una camisa que por muy ordinaria que fuera, si llevaba el logotipo de la marca, era sensacional.
De todas era Carmen, la menos adicta y viciosa, y la que aún creía que podía tener esos amigos sin dejarse llevar. De todas maneras, se mataba de la risa con las estupideces que decían, pero cuando eso iba al extremo, recordaba que no debía dejarse llevar porque le asustaba transformarse en un ser tan increíblemente superficial y lego.
Yo temía también por ella, ya que no concebía que mi propia sangre llegase a vidas tan bohemias como las de sus descontrolados amigos. Cuando se lo planteaba me decía "Tranquila, Pía. Yo jamás haré lo que ellos hacen. Nunca faltaré a mi salud física ni mental. Yo soy una persona inteligente".

Carmen murió de una mezcla de cáncer pulmonar y al hígado, que fueron destruidos por sus vicios.

Tenía también una tutora llamada Ernestina, que juraba acabar con las desigualdades sociales, pero todo eso se le olvidó cuando contrajo matrimonio con un senador, y ahora vive en los palacios más bellos de las ciudades más adineradas del país, rodeada de papeles de colores, que se cambian por objetos...

...y es humano... pegarse la idiotez y desear hacer lo que se quiere cuando se tiene el poder.