lunes, 10 de septiembre de 2012

Tía Katrina

Todos... absolutamente todos menos ella, sabían.
Sabían que cada vez que ella hacía torta de frambuesas, alguien en la ciudad se moría de un infarto al miocardio. Pero nadie decía nada, para poder seguir disfrutando el postre de la Tía Katrina.
Todos callados comiendo, mientras pensaban como alguien, en alguna parte, daba su última exhalación.
Todos en silencio, los muy egoístas desgraciados.